Nuevo Orden Infraestructural
Observando cómo las industrias digitales están reconfigurando la tierra, la energía y los recursos.
Foto aérea del nuevo complejo fabril de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company en Arizona. Fuente: Justin Kollar, 2024.
El Nuevo Orden Infraestructural
Por: Justin Kollar
Estamos en medio de una construcción masiva de infraestructura digital. Desde centros de datos y fábricas de semiconductores hasta redes eléctricas y zonas industriales, los gobiernos y las empresas están invirtiendo miles de millones en los sistemas que sustentan la economía digital. Pero no se trata solo de tecnología, se trata de tierra, energía y poder en el sentido más amplio.
A través de auges y caídas, esta dinámica se ha desarrollado durante décadas. Escribiendo antes y después de las crisis de las puntocom y las telecomunicaciones, Annalee Saxenian documentó cómo el auge de Silicon Valley no se debió solo a los avances tecnológicos, sino también a la transformación económica regional, la producción en red y la descentralización de la innovación. 1 Saskia Sassen exploró el surgimiento de un nuevo orden socioespacial, en el que las ciudades se convirtieron en centros de mando para el capital global, moldeadas por los flujos financieros, tecnológicos y las redes corporativas transnacionales.2 Manuel Castells teorizó la sociedad en red, describiendo cómo el poder económico y político se organiza cada vez más a través de flujos de información globales en lugar de fronteras territoriales, una dinámica que prefiguró las estructuras de gobernanza digital actuales.3
Detrás de cada modelo de IA, servicio en línea o transacción financiera, hay toda una red física de edificios, máquinas y cadenas de suministro que lo hacen posible. La carrera por controlar esta infraestructura (quién la construye, dónde está ubicada y quién se beneficia) no solo está dando forma a las industrias, sino que está rehaciendo paisajes, redistribuyendo recursos e impulsando tensiones geopolíticas.
Este aumento en el gasto en infraestructura no se trata solo de mantener la competitividad. Es un movimiento estratégico de los gobiernos para asegurar el control sobre industrias esenciales como los semiconductores, las redes de energía y la fabricación de alta tecnología. La Ley CHIPS de EE. UU., el impulso de Europa por la soberanía digital y la lucha por los centros de datos preparados para la IA revelan la misma tendencia: los estados y las empresas están apostando fuerte por la tecnología, y esas apuestas tienen consecuencias para la tierra, los recursos y las comunidades locales.
Sin embargo, la mayor parte de la conversación en torno a esta transformación se centra en quién está ganando la carrera tecnológica: qué país lidera la IA, qué empresa domina la industria de los semiconductores. Lo que falta es una mirada más profunda a lo que realmente está sucediendo sobre el terreno:
¿De dónde provienen la electricidad, el agua y la tierra para sustentar estas enormes industrias digitales?
¿Cómo están los centros de datos y las fábricas de alta tecnología remodelando las ciudades, las zonas rurales y economías enteras?
¿Quién se beneficia de este auge y quién asume los costes?
Estas son las preguntas que explorará Techno-Statecraft, no solo analizando políticas e inversiones, sino examinando cómo los estados y las corporaciones utilizan la infraestructura como herramienta de poder, remodelando la tierra, los recursos y la gobernanza para sostener y expandir la economía digital.
La mayoría de la gente piensa en las infraestructuras de forma abstracta, como algo que simplemente está ahí, funcionando en segundo plano. Pero las infraestructuras nunca son neutrales. Se trata de control, competencia y compensaciones. Son el medio a través del cual los estados y las corporaciones ejercen el poder, dando forma a las economías, los entornos y la gobernanza territorial. Esta interacción entre la tecnología y la intervención estatal, lo que yo llamo tecnoestado, es fundamental para comprender cómo se construyen las infraestructuras, quién se beneficia y quién se queda atrás.
Tomemos como ejemplo los centros de datos. Cada vez que reproducimos una película en streaming, enviamos un correo electrónico o ejecutamos un modelo de IA, esa información se almacena y procesa en enormes edificios similares a almacenes repletos de servidores. Estas instalaciones requieren cantidades masivas de electricidad y agua para mantenerse refrigeradas, y a menudo se construyen en lugares donde esos recursos ya son escasos. Su ubicación y funcionamiento no son solo decisiones técnicas; reflejan negociaciones entre intereses corporativos, incentivos estatales y los límites físicos de la tierra y los sistemas energéticos.
Las fábricas de semiconductores, aclamadas como «los grandes logros tecnológicos y científicos de la humanidad» o «el espíritu humano encarnado» por algunos comentaristas, son algunas de las instalaciones que más recursos consumen del planeta. En regiones como Arizona, donde el agua es limitada, la decisión de construir nuevas fábricas de chips no se trata solo de crecimiento económico, sino de decidir quién tiene acceso al agua y cómo se utiliza la tierra.
Los centros de datos, que antes se consideraban una parte invisible de Internet, ahora se extienden por zonas rurales y zonas industriales, lo que aumenta la demanda de electricidad y agua y resta recursos a otras industrias.
Los gobiernos han vuelto a ocuparse de la planificación industrial, ofreciendo subvenciones y exenciones fiscales a las empresas que prometen construir infraestructuras clave. Pero estos acuerdos suelen conllevar costes ocultos, desde un mayor impacto medioambiental hasta una supervisión local debilitada.
En esencia, este momento no se trata solo del avance de la tecnología. Se trata de cómo los gobiernos, las corporaciones y las industrias están reordenando la tierra, la mano de obra y los recursos para mantener en funcionamiento las economías digitales. Y esas decisiones tienen consecuencias reales.
Mi enfoque de estas cuestiones es crítico pero fundamentado, y tiende un puente entre la economía política, la planificación urbana y la ecología política. La tecnoestatalidad consiste en comprender cómo las fuerzas económicas y geopolíticas toman forma material, ya sea en la ubicación de un corredor industrial, la reorientación de una red energética o la reclasificación de tierras para servir a las industrias digitales. Al rastrear quién construye, quién gobierna y quién extrae, examino las estructuras más profundas que dan forma a los paisajes del capitalismo digital.
Esta publicación trata de dar sentido al auge de las infraestructuras que se está produciendo a nuestro alrededor, no solo como un cambio tecnológico, sino como una transformación política, económica y medioambiental.
Esto es lo que puedes esperar encontrar:
La carrera mundial por construir infraestructuras digitales: por qué los gobiernos están invirtiendo en semiconductores, centros de datos de IA y zonas industriales de alta tecnología, y qué significa eso para el futuro.
Cómo los centros de datos, las fábricas y las redes energéticas están remodelando la tierra y los recursos: quién los controla, quién se beneficia y quién paga el precio.
Las fuerzas políticas y económicas detrás del auge de la infraestructura: por qué los estados y las corporaciones están haciendo grandes movimientos en estas industrias y qué compensaciones están haciendo en el camino.
El impacto en el mundo real de estos proyectos en las ciudades, las zonas rurales y el medio ambiente: cómo las decisiones de infraestructura están dando forma a todo, desde las redes energéticas hasta el suministro de agua y las economías regionales.
Cómo la infraestructura se está convirtiendo en un nuevo escenario para la competencia global: por qué los países compiten para asegurar el acceso a industrias clave y cómo eso está remodelando el poder en todos los niveles, desde el local hasta el internacional.
Cómo la gobernanza territorial está cambiando para acomodar estas industrias: cómo se están reescribiendo la planificación, la zonificación y la política industrial en respuesta a las demandas de infraestructura digital.
¿Por qué importa esto ahora?
Porque las decisiones que se tomen hoy (dónde se construyen las fábricas, dónde se amplían las redes energéticas, quién tiene acceso a los recursos) definirán la forma de las economías, las ciudades y la política global durante las próximas décadas. La infraestructura que sustenta las economías digitales no solo está creciendo, sino que está concentrando el poder de nuevas formas, haciendo que algunos lugares salgan ganando y otros sufran daños colaterales.
Al observar estas tendencias a través de la lente de la geopolítica, la economía y el cambio medioambiental, Techno-Statecraft ayudará a desentrañar las fuerzas que dan forma a nuestro mundo y lo que significan para el futuro.
Notas:
Annalee Saxenian, Regional Advantage: Culture and Competition in Silicon Valley and Route 128 (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1994); Saxenian, The New Argonauts: Regional Advantage in a Global Economy (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2006).
Saskia Sassen, The Global City: New York, London, Tokyo (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1991); Sassen, Territory, Authority, Rights: From Medieval to Global Assemblages (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2006).
Manuel Castells, The Rise of the Network Society (Malden, MA: Blackwell, 1996).
Sobre Techno-Statecraft
Esta newsletter de Justin Kollar explora la política material de la infraestructura digital: las fábricas, las redes eléctricas, los centros de datos y las zonas industriales que sustentan la economía digital. Esta publicación examina cómo los estados y las corporaciones utilizan la infraestructura como herramienta de poder, remodelando la tierra, los recursos y la gobernanza en el proceso. Como explica Justin:
Uniendo la economía política, la planificación urbana y la ecología política, Techno-Statecraft va más allá de la exageración tecnológica para plantear preguntas más profundas: ¿De dónde provienen la electricidad, el agua y la tierra para sostener las industrias digitales? ¿Quién se beneficia de esta transformación y quién asume los costos? ¿Cómo están remodelando la gobernanza territorial las luchas geopolíticas por los semiconductores, la inteligencia artificial y la computación en la nube?
Al rastrear la intersección de la tecnología y la intervención estatal, Techno-Statecraft da sentido al auge actual de la infraestructura, no solo como un cambio tecnológico, sino como una transformación política, económica y ambiental que definirá el futuro.
Nota 2: Se agradece a Justin Kollar su colaboración en este artículo, adaptado del suyo en inglés:
Woww, asombroso artículo. Esto era todo lo que necesitaba. ¡Gracias!