"En 1984, el creador de la cerveza Sam Adams, Jim Koch, tenía la mirada perdida. Era primavera. Comenzaba la temporada de béisbol en Boston y estaba a punto de amanecer en América. Ronald Reagan se preparaba para lo que sería una aplastante reelección a la presidencia, la economía por fin se había recuperado tras años en recesión, el equipo olímpico estadounidense estaba a punto de huir de la competición en los Juegos de Verano de Los Ángeles, y Jim estaba en mitad de su sexto año como consultor de gestión para Boston Consulting Group (BCG), ganando ya 250.000 dólares al año (eso son más de 600.000 dólares en 2020) antes de cumplir los treinta y cinco. A todas luces, Jim Koch lo tenía hecho. Tenía los pies bien plantados en la tierra firme del mundo de la consultoría empresarial. "Volábamos en primera clase. Consultaste con directores generales. Todo el mundo te trataba muy bien", recordaba Jim. Eran tiempos interesantes y embriagadores en BCG. La empresa acababa de pasar a ser totalmente propiedad de los empleados, con un plan de propiedad de acciones para empleados (ESOP) que forjaba un camino real hacia una riqueza realmente significativa para consultores como Jim. Al mismo tiempo, ya había trabajado junto a un cuarteto de futuras luminarias:"
- Guy Raz ("Cómo construí esto: Los caminos inesperados hacia el éxito de los empresarios más inspiradores del mundo")
"En 1984, el creador de la cerveza Sam Adams, Jim Koch, tenía la mirada perdida. Era primavera. Comenzaba la temporada de béisbol en Boston y estaba a punto de amanecer en América. Ronald Reagan se preparaba para lo que sería una aplastante reelección a la presidencia, la economía por fin se había recuperado tras años en recesión, el equipo olímpico estadounidense estaba a punto de huir de la competición en los Juegos de Verano de Los Ángeles, y Jim estaba en mitad de su sexto año como consultor de gestión para Boston Consulting Group (BCG), ganando ya 250.000 dólares al año (eso son más de 600.000 dólares en 2020) antes de cumplir los treinta y cinco. A todas luces, Jim Koch lo tenía hecho. Tenía los pies bien plantados en la tierra firme del mundo de la consultoría empresarial. "Volábamos en primera clase. Consultaste con directores generales. Todo el mundo te trataba muy bien", recordaba Jim. Eran tiempos interesantes y embriagadores en BCG. La empresa acababa de pasar a ser totalmente propiedad de los empleados, con un plan de propiedad de acciones para empleados (ESOP) que forjaba un camino real hacia una riqueza realmente significativa para consultores como Jim. Al mismo tiempo, ya había trabajado junto a un cuarteto de futuras luminarias:"
- Guy Raz ("Cómo construí esto: Los caminos inesperados hacia el éxito de los empresarios más inspiradores del mundo")
Wow me encanta