Edificación y Obra Pública Durable
La guía de las alternativas ecológicas en arquitectura
Edificación y Obras Pública Durable
Los peligros a los que se enfrentan nuestro planeta y sus habitantes hacen imprescindible un replanteamiento de nuestros estilos de vida. Esto incluye el desarrollo de una arquitectura ecológica o ecorresponsable, es decir, funcional, confortable, económica en el uso de las materias primas y respetuosa con el medio ambiente, en el sentido más amplio del término. El diseño de esta arquitectura -también llamada bioclimática o sostenible- varía radicalmente en función del terreno, el clima, los recursos regionales, la cultura local, el nivel social de la población y las opciones políticas de los gobiernos. Esta multiplicidad de respuestas no es nada nuevo: un estudio de los edificios tradicionales muestra la multitud de soluciones que pueden utilizarse para proporcionar a los usuarios el confort que necesitan, respetando al mismo tiempo la integridad del territorio.
Historia y evolución
De los edificios vernáculos a las viviendas bioclimáticas
La arquitectura tradicional típica de una zona geográfica y cultural determinada es la manifestación de un saber hacer milenario transmitido y mejorado de generación en generación. Esta arquitectura vernácula es una "ciencia de lo concreto". Sus enseñanzas deben ponderarse, perpetuarse, enriquecerse y ampliarse. Las formas, los materiales y las técnicas de la arquitectura vernácula venían dictados por el microclima y las ventajas que ofrecían los recursos disponibles localmente: construcción en madera en regiones boscosas; muros de adobe o ladrillo y tejados de tejas en suelos arcillosos; tejados de pizarra o esquisto en regiones esquistosas; mampostería de piedra caliza, arenisca o granito según la naturaleza del lecho rocoso. Gracias a la experiencia de los ancianos, la arquitectura tradicional también tenía en cuenta los riesgos asociados al terreno y al clima: llanuras aluviales, caminos de aludes, zonas sísmicas, etc.
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La vivienda "bioclimática" es un método de construcción alternativo que surgió en Estados Unidos tras las crisis del petróleo de los años setenta. Se inspira en la suave integración de los edificios vernáculos en el paisaje, la forma en que hacen coincidir función y uso, y la manera en que se utiliza cada material.
En Francia lo han adoptado los "neorrurales" que han abandonado la ciudad para instalarse en el campo, en regiones más o menos desiertas. Las primeras casas bioclimáticas, en su mayoría autoconstruidas, con pocos medios y sin estudios térmicos, ofrecen confort tanto en invierno como en verano, gracias a un enfoque pragmático inspirado en las viviendas vernáculas.
Buscando un equilibrio entre "baja tecnología" y "alta tecnología"
Desde la década de 1980, se han desarrollado en paralelo dos tendencias: la baja tecnología y la alta tecnología. Los partidarios de la baja tecnología, impulsados por un deseo de simplicidad voluntaria en su estilo de vida, están convencidos de la necesidad de un declive económico en los países industrializados. Suelen practicar la autoconstrucción con materiales naturales locales y abogan por la economía de medios y el uso de técnicas tradicionales. El sector de la alta tecnología, apoyado por la investigación industrial, se centra esencialmente en la optimización del consumo energético mediante el uso de materiales sofisticados e instalaciones técnicas. (Véase la definición de Arquitectura en el diccionario.)
Entre ambas se sitúa una tercera vía, menos militante y más pragmática, que sitúa a las personas en el centro de sus preocupaciones. Esta arquitectura "eco-responsable" engloba preocupaciones económicas y ecológicas, al tiempo que afirma nuestra responsabilidad social hacia las generaciones futuras. Los diseñadores de estos edificios más respetuosos con las personas y la naturaleza empiezan por aplicar todas las medidas bioclimáticas dictadas por el sentido común, que sólo cuestan tiempo analizar y reflexionar, antes de pasar a las instalaciones técnicas optimizadas. Su trabajo se basa en intercambios constructivos con clientes, ingenieros, empresas y artesanos.
Diferentes motivaciones en diferentes países
La noción de arquitectura eco-responsable es inseparable de la de "desarrollo sostenible", popularizada por la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992. Este enfoque se ha desarrollado más o menos rápidamente en diferentes países.
En los países escandinavos y germánicos, las mentalidades ya han evolucionado considerablemente y las prácticas a favor de un desarrollo sostenible y equitativo están ancladas en la realidad cotidiana: están integradas en la cultura y representan el poder político y económico. Los escandinavos tienen una relación casi mística con la naturaleza salvaje, que les impulsa a defenderla, y estos países poco poblados y con un clima difícil tienen una tradición de ayuda mutua y democracia participativa. El pasado ha dejado en los alemanes un agudo sentido de la responsabilidad compartida. Su compromiso también puede explicarse en términos más prosaicos por una elección industrial. Como exportador, Alemania considera que las tecnologías de desarrollo sostenible son los mercados del futuro: colectores solares térmicos, células fotovoltaicas, turbinas eólicas, recogida de agua de lluvia, etcétera. La organización federal de los países germanoparlantes es otro factor que favorece la aplicación de medidas de fomento del desarrollo sostenible.
Actualmente, los ejemplos más convincentes de arquitectura ecológica se encuentran en las regiones ribereñas del lago Constanza: el sur de Alemania, la Suiza germanófona y Austria, en particular Vorarlberg. La sensible excepción cultural y social de este pequeño Land se explica tanto por los intercambios basados en la confianza como por el sentido cívico de una población consciente de sus deberes cívicos. El trabajo de los profesionales aquí se basa en valores morales, modestia y un gusto por el diálogo que les anima a poner en común sus competencias. Su pragmatismo evita el despilfarro de tiempo, dinero y materias primas, y la evaluación de los proyectos permite que todos se beneficien de las reacciones. Este enfoque de sentido común, adaptado a las condiciones locales, cuenta con el apoyo de clientes y diseñadores comprometidos y muy conscientes de sus responsabilidades.
La situación francesa
Francia va por detrás de algunos de sus vecinos por una serie de razones relacionadas con su cultura, su historia y las opciones políticas de sus dirigentes: el país sufre por su centralización y tecnocracia. El sector francés de la construcción (residencial y terciario) consume el 43% de la energía y es responsable del 25% de las emisiones de dióxido de carbono (fuente: Ademe). Lo preocupante es que entre 1990 y 2004 las emisiones de gases de efecto invernadero en los sectores residencial y terciario aumentaron un 22% (fuente: Medd/Citepa) en lugar de disminuir para cumplir los compromisos europeos. Estas cifras muestran tanto la responsabilidad del sector de la construcción como la necesidad de actuar lo más rápida y eficazmente posible. Los problemas son globales, pero también hay que abordarlos localmente: reduciendo la contaminación, gestionando las materias primas con moderación, gestionando el suelo con sensatez para conservar las zonas naturales y preservar la biodiversidad, y controlando los residuos.
El éxito del enfoque medioambiental aplicado a los edificios requiere un fuerte compromiso por parte del promotor del proyecto y un equipo de diseño competente capaz de movilizar a las empresas. Este enfoque exige cambios profundos en nuestra forma de pensar y actuar. Ahora es esencial pensar en términos de coste global, que corresponde al coste de inversión más los costes de explotación (servicios, conservación, mantenimiento), los gastos relacionados con un posible cambio de uso del edificio, su deconstrucción y la eliminación de residuos al final de su vida útil, sin olvidar el coste social, aunque éste sea más difícil de evaluar.
Métodos de diseño
De un enfoque intuitivo a las rejillas de evaluación
El enfoque bioclimático es bastante intuitivo: se basa en la observación del lugar y en las lecciones aprendidas de los edificios vernáculos. No fue hasta principios de los años 90 cuando aparecieron las primeras rejillas para una evaluación "objetiva" de las características medioambientales de los edificios. Estas rejillas de análisis multicriterio, inspiradas en el procedimiento ISO 14001, suelen tener objetivos cuantificados y están asociadas a un método de gestión medioambiental: Green Building Tool en Norteamérica, Breeam en el Reino Unido, Dbca en los Países Bajos, Klimaaktivhaus en Austria. Los países germanoparlantes se centran en la eficiencia energética a través de normativas térmicas vinculantes y etiquetas voluntarias: Minergie en Suiza, Passivhaus en Alemania y Austria.
La etiqueta Passivhaus se introdujo en Alemania en 1989. Existen varias condiciones para obtenerla, pero la principal se refiere a las necesidades finales de energía para calefacción: deben ser inferiores a 15 kWh/m2.año, es decir, unas tres veces menos que una vivienda que cumpla la normativa térmica francesa (RT 2005). El principio es sencillo, pero ingenioso: reducir las necesidades energéticas lo suficiente como para hacer innecesaria la calefacción convencional. Para ello es necesario aplicar de forma coherente los principios bioclimáticos, una envolvente hermética y altamente aislada y el uso de instalaciones técnicas muy eficientes. El aire se convierte entonces en un medio de calefacción, gracias a un sistema de ventilación mecánica de doble flujo que recupera el 80-90% del calor del aire viciado antes de expulsarlo al exterior.
En 2007 ya se habían construido unas 7.000 viviendas Passivhaus, principalmente en países de habla alemana. El enfoque, concebido para viviendas, se está extendiendo gradualmente a instalaciones públicas, oficinas y edificios comerciales. Se está extendiendo a otros países europeos y un grupo de estudio busca soluciones para los climas cálidos de Europa (fuente: Passive). En 2007 se introdujo una etiqueta francesa, Effinergie, inspirada en el estándar Passivhaus y en la etiqueta suiza Minergie. En los edificios residenciales nuevos, el consumo de energía primaria (el índice de conversión entre energía final y energía primaria es de 2,58 para la electricidad suministrada por la red, 1 para los combustibles fósiles y 0,6 para la madera) para calefacción, refrigeración, ventilación e iluminación debe ser inferior a 50 kWh/m2.año (fuente: Effinergie).
El enfoque francés altamente tecnocrático HQE⌖ (alta calidad medioambiental), creado en 1994, fue acogido con escepticismo por los profesionales del sector, lo que explica su escaso impacto.
Un enfoque holístico
El proceso que conduce a la arquitectura ecorresponsable es un enfoque holístico, interdisciplinar y consensuado. Al igual que el desarrollo sostenible, se basa en cuatro tipos de preocupaciones: ecológicas, económicas, sociales y culturales. Este enfoque holístico (del griego holos, "todo"), utilizado también en medicina y agricultura, requiere una simbiosis entre los enfoques intuitivo y analítico. Como la yuxtaposición de las respuestas adecuadas a objetivos específicos no siempre produce un resultado global pertinente, el enfoque debe plantearse como una síntesis creativa. Un edificio ecológico es ante todo un edificio que responde a los deseos y necesidades actuales de sus usuarios y que se anticipa al futuro permitiendo que su uso evolucione con el tiempo.
Otros criterios varían en función del entorno urbano o natural, del contexto geográfico y sociológico y del presupuesto del cliente. La mayoría de los profesionales coinciden en tres grandes temas: la integración con el entorno, la elección razonada de los materiales utilizados y, sobre todo, el control de las necesidades energéticas para el confort térmico y visual. También se tienen en cuenta otros criterios, como la gestión de los residuos de la obra y de las basuras domésticas (cuartos de contenedores adaptados a la clasificación selectiva, etc.) y el control del ciclo del agua (limitación del consumo, recogida del agua de lluvia, etc.).
Visualización Jerárquica de Arquitectura
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Criterios que definen la arquitectura ecológica
Integración en el paisaje
La noción tan subjetiva de integración en el lugar se presta a muchas interpretaciones. Algunos lo ven como una transposición contemporánea de las construcciones vernáculas, mientras que otros lo ven como una imitación de las viviendas trogloditas. Pero la necesidad de respetar el medio ambiente no sólo se aplica a las casas construidas en terrenos con un ecosistema frágil en un paisaje natural. También se aplica cuando el edificio forma parte de un tejido urbano cuya integridad debe preservarse, por ejemplo integrando delicadamente un proyecto contemporáneo en un barrio histórico. En la ciudad o en el campo, el diseño de un edificio ecológico comienza siempre con un estudio del emplazamiento y su entorno inmediato: topografía, acceso, vistas, máscaras, vegetación existente, luz solar y vientos dominantes. Pero también debe incluir un análisis de los recursos locales: vegetación, materiales disponibles en las proximidades, conocimientos técnicos regionales. El proyecto debe minimizar los movimientos de tierra y preservar el ecosistema y los árboles destacados. El paisajismo alrededor de los edificios debe fomentar el uso de especies locales y muros bajos de piedra o ladrillo para dar cobijo a insectos y otros animales pequeños.
Gestión energética: aprovechar el potencial de negaWatts
Dado que la energía más barata es la que no se consume, la estrategia de la asociación NégaWatt, dirigida por un colegio de 23 expertos y profesionales de la energía, es muy juiciosa: este escenario combina sobriedad y eficacia antes de recurrir a las energías renovables. La sobriedad implica tanto que los usuarios se responsabilicen de su comportamiento cotidiano como el compromiso de los profesionales de eliminar los derroches insoportables.
La eficiencia energética requiere, entre otras cosas, el uso sistemático de soluciones técnicas e instalaciones optimizadas, aunque supongan un ligero coste de inversión adicional. El potencial de "negawatios" (energía no consumida) es considerable. Si se redujeran nuestras necesidades en origen, el saldo podría cubrirse eventualmente con energía procedente de recursos inagotables: solar, eólica, geotérmica, etc. Aplicar este enfoque de sentido común a gran escala reduciría nuestro consumo de energía, nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
De los principios bioclimáticos a los edificios de energía positiva
Aplicando los principios bioclimáticos, podemos reducir las necesidades energéticas de un edificio y garantizar un confort pasivo, gracias a una elección juiciosa de la ubicación, la orientación, la forma del edificio y sus extensiones exteriores, los materiales utilizados y la vegetación plantada en las proximidades. Un edificio compacto, con las estancias principales al sur y las zonas de servicio (entrada, circulación, cocina, almacén) al norte, minimiza la pérdida de calor. Un acristalamiento doble o triple "inteligente" con baja emisividad infrarroja y alta transmisión luminosa regula las ganancias por radiación solar mediante aberturas cuidadosamente colocadas y dimensionadas (alrededor del 50% hacia el sur, el 20% hacia el este y el oeste y el 10% hacia el norte).
El sobrecalentamiento puede limitarse mediante ventilación cruzada natural y pérgolas o persianas de lamas en las fachadas sur y oeste, que bloquean la luz solar no deseada. Cuando los muros tienen un entramado ligero, unos pocos elementos sólidos pueden proporcionar inercia para mejorar el confort en verano: una losa de hormigón y unos muros sólidos alrededor de los cuartos de baño o las escaleras suelen ser suficientes. Un concepto energético eficiente combina estas medidas de construcción con instalaciones optimizadas, utilizando energías renovables siempre que sea posible: bombas de calor, colectores solares para agua caliente sanitaria y calefacción, estufas de leña, etc. Un puits canadien, también conocido como puits provençal, calienta el aire en invierno y lo enfría en verano haciéndolo pasar por tuberías enterradas en el suelo, donde la temperatura es constante.
Varios países, entre ellos Francia, fomentan el uso de estos sistemas (en forma de una desgravación fiscal del 50% en 2007). Los sistemas solares de agua caliente son los más extendidos. Dependiendo de la región, una superficie de 3 a 4 m2 de colectores solares en el tejado de una casa basta para proporcionar alrededor del 60% de las necesidades de agua caliente de cuatro personas. Y 1 m2 de colector evita la emisión de 250 kilogramos de CO2 a la atmósfera cada año. La normativa térmica europea es cada vez más exigente y varios países han introducido etiquetas de alto rendimiento para las viviendas nuevas y los edificios existentes. Existen incluso "edificios de energía positiva" que producen más energía de la que consumen. Por lo general, se trata de edificios muy eficientes energéticamente cuyos tejados están cubiertos de paneles fotovoltaicos que producen electricidad que se vierte a la red si está cerca, o se almacena en baterías en lugares aislados.
Elección de materiales, la salud como prioridad
El deseo de los usuarios de disfrutar de un clima interior saludable con niveles de humedad regulados de forma natural se justifica en un momento en el que ya han salido a la luz varios escándalos de salud pública (amianto, intoxicación por plomo, legionelosis). Los diseñadores y usuarios deben tenerlo en cuenta a la hora de elegir los materiales estructurales, el equipamiento, los revestimientos murales y los pavimentos, sin olvidar los acabados de las distintas superficies y su mantenimiento. Las asociaciones de consumidores están cada vez más atentas a este tema, y varios investigadores trabajan sobre el tema de la vida sana, entre ellos Suzanne y Pierre Déoux (Medieco). La elección de los productos de construcción también debe basarse en la producción y el saber hacer locales, con el fin de limitar los transportes, valorizar los recursos humanos regionales y estimular la economía.
En muchos países están surgiendo casas autoconstruidas con materiales "brutos": sacos de arena o tierra, balas de paja, troncos apilados, etc. El resultado puede ser una vivienda saludable, pero no siempre se trata de arquitectura ecorresponsable. Un chalé importado de Finlandia, Rusia o Canadá no tiene cabida en una urbanización de Francia. Y no es respetuoso con el medio ambiente transportar la madera hasta el lugar, cuando el bosque francés está infraexplotado.
Análisis del ciclo de vida y trazabilidad
Madera, piedra, tierra, hormigón, aluminio o acero: ¿cuál es el material más respetuoso con el medio ambiente? La respuesta debe matizarse, según la función del componente, teniendo en cuenta múltiples criterios. En el futuro, la trazabilidad de los materiales y la generalización de un etiquetado que describa todos los componentes de un producto, actualmente en preparación en varios países, facilitarán sin duda las decisiones. Pero no basta con que un material sea sano o natural para que sea ecológico. Para todos los productos de construcción, desde los componentes estructurales hasta los acabados, la elección debe tener en cuenta todo el ciclo de vida: la explotación de la materia prima, su transformación, el transporte, el uso, la deconstrucción y el reciclaje. Hay que comprobar la cantidad de energía que se gasta en todas estas tareas.
Se necesitan alrededor de 0,06 tep (tonelada equivalente de petróleo) para producir una tonelada de madera, pero 1 tep para producir una tonelada de acero y 2,9 tep para una tonelada de aluminio. El análisis del ciclo de vida de los materiales puede proporcionar valores cuantificados y respuestas objetivas, pero las elecciones que hacen los diseñadores y sus clientes también se basan en datos subjetivos: el deseo de utilizar madera cortada del propio bosque o la elección de una piedra que evoque recuerdos de la infancia. Cada lugar, cada cliente, cada proyecto es único. El diseño de un edificio ecorresponsable debe tener en cuenta todos estos factores, para garantizar que sea a la vez satisfactorio para los usuarios y "sostenible" para el medio ambiente.
Construir con madera
La madera puede considerarse el material preferido para la arquitectura ecológica cuando procede de un bosque gestionado de forma "sostenible" lo suficientemente cerca del lugar de construcción, y no ha sido tratada químicamente. En cualquier caso, es el único material estructural renovable y su transformación requiere poca energía. Sus partidarios suelen referirse a la calidez y suavidad táctil de este material natural. Además de estas cualidades, que hablan de una esfera emocional, existen numerosas ventajas técnicas y económicas. Para la misma superficie total, una casa de entramado de madera con aislamiento reforzado entre los montantes ofrece entre un 5 y un 10% más de espacio habitable que un edificio de mampostería, y su rendimiento térmico reduce los costes de calefacción. No se necesita maquinaria pesada para levantar una estructura de madera, lo que reduce el ruido y el polvo durante la construcción.
La construcción en seco y la prefabricación en taller acortan la fase de construcción, lo que repercute significativamente en los costes financieros. La ligereza del material preserva la integridad de entornos naturales frágiles y permite construir en terrenos difíciles o inaccesibles para la maquinaria de obra. La ligereza también facilita la autoconstrucción, haciéndola a la vez ecológica y económica. Otros materiales de fibra, como el bambú y la paja, disponibles en grandes cantidades, gozan cada vez de mayor aceptación.
Combinar materiales
A pesar de todas sus ventajas, la madera sólo debe utilizarse en regiones donde esté disponible en cantidades suficientes, y si procede de bosques gestionados teniendo en cuenta el desarrollo sostenible. En Asia y el norte de África, donde la madera escasea, la construcción con adobe o bloques de tierra cruda es mucho más respetuosa con el medio ambiente: la materia prima está disponible localmente y la técnica es muy sencilla, requiere poca energía y se presta bien a la autoconstrucción. La arquitecta Chitra Vishwanath, por ejemplo, ha construido unas 400 casas ecológicas con tierra apisonada o bloques comprimidos en la región india de Bengalore durante quince años. En Europa, la combinación de varios materiales suele ser la solución más sensata. Combinar la madera y sus derivados con otros materiales optimiza las capacidades de cada uno, a la vez que satisface los requisitos constructivos, ecológicos y económicos.
La piedra, los ladrillos y el hormigón proporcionan la inercia térmica necesaria para garantizar el confort en verano, y actúan como pantallas acústicas o cortafuegos. Las placas de acero, los husillos, los tirantes y otros componentes ayudan a crear conjuntos elegantes y de alto rendimiento, al tiempo que reducen la sección transversal de la madera. Ante el aumento de la población y la disminución de los recursos de materias primas, necesitamos utilizar la cantidad adecuada del material adecuado en el lugar adecuado. El uso de materiales reciclados es una alternativa que practican a menudo los arquitectos australianos, que emplean madera recuperada de la deconstrucción de viejos hangares y no dudan en utilizar aluminio, porque puede reciclarse indefinidamente.
Controlar el ciclo del agua
El enfoque medioambiental también abarca el confort acústico, el confort visual con iluminación natural y artificial, la gestión de residuos y el control del ciclo del agua. Preservar este recurso vital significa reservar el agua potable para los trabajos en los que sea imprescindible y elegir equipos de ahorro de agua para los grifos y las cisternas de los inodoros. También es aconsejable recuperar el agua de lluvia para regar las zonas verdes, o incluso para las cisternas de inodoros y lavadoras, o bien dejar que se infiltre en la parcela. Los tejados verdes también tienen efectos positivos en términos de gestión ecológica del agua: en caso de fuertes lluvias, retienen el 70-90% de las precipitaciones y retrasan su drenaje.
Las cubiertas verdes mejoran el aislamiento acústico y térmico de los tejados y prolongan la vida útil de la cubierta al limitar la temperatura de la superficie. Las plantas utilizadas mejoran el microclima: filtran de forma natural el polvo y regulan la humedad. Los sistemas de vegetación extensiva son ligeros (de 50 a 100 kg/m2) y requieren muy poco mantenimiento: el sedum (una planta de flores gordas también conocida como hierba espinosa) crece en un sustrato de menos de 10 centímetros de espesor y se regenera por sí solo sin ninguna intervención externa. Las aguas grises de baños y cocinas pueden tratarse de forma natural mediante lagunaje, utilizando jardines filtrantes formados por plantas específicas: lirios, juncos, etc.
Gestión de residuos y obras ecológicas
El sector de la construcción produce más residuos que los residuos domésticos, por lo que la clasificación selectiva se ha vuelto esencial. Una obra "verde" limita las molestias a los vecinos (ruido, polvo) y la instalación de contenedores específicos para los distintos materiales facilita la eliminación de los residuos de la construcción. El tratamiento en centros especializados es cada vez más caro: clasificar los residuos en origen en una obra ahorra un 40% del coste de la eliminación final (fuente: CNIDEP).
Extender el enfoque eco-responsable al urbanismo
Para alcanzar los ambiciosos objetivos fijados por la Unión Europea en materia de ahorro energético y reducción de las emisiones de CO2, la construcción de edificios ecológicos es necesaria, pero no suficiente. Las soluciones deben aplicarse de forma interactiva en los tres niveles: ordenación del territorio, urbanismo y construcción de edificios. Para ser eficaz, el trabajo debe comenzar por tanto a nivel local y tener en cuenta una serie de temas: la solidaridad social, el control de los desplazamientos y la gestión racional de los recursos naturales y del patrimonio (suelo, biodiversidad, cultura local). En Europa, el 75% de la población vive en ciudades y el número de metrópolis de más de 10 millones de habitantes sigue aumentando.
Esta concentración urbana obliga a los responsables y a los profesionales a trabajar en nuevos modelos, sobre todo en el sector residencial, ya que aunque el 80% de la población francesa sueña con una casa unifamiliar en un gran terreno, es absolutamente necesario luchar contra la expansión urbana y el ensanchamiento del paisaje. Los países con alta densidad de población ya han desarrollado alternativas, obligados por el precio del suelo: casas adosadas o pareadas, pequeños bloques de apartamentos, reestructuración o ampliación de las casas existentes para optimizar el uso de la energía, construcción en solares vacíos en los centros urbanos. La vivienda ecorresponsable, más densa pero a escala humana, puede preservar la intimidad de los usuarios al tiempo que reduce nuestra huella medioambiental.
En 2007 se pusieron en marcha importantes programas para promover una arquitectura "más verde" en varios países que tenían que ponerse al día, como Estados Unidos y Francia.
El desarrollo de la arquitectura ecológica exige un cambio de actitud. En este reto "todos ganan", todos los actores del sector de la construcción tienen su lugar: responsables políticos, clientes públicos y privados, arquitectos, ingenieros, empresas y artesanos.
Tiene futuro la arquitectura durable?